El poder del equipo
Últimamente estoy dedicando mucha atención al estudio del liderazgo compartido o colectivo, como también se le llama. Aparte de leer muchos papeles sobre el fenómeno y revisar las teorías de los investigadores que lo estudian, he podido comprobar en persona el enorme poder que este tipo de liderazgo ejerce sobre el grupo. El viernes pasado, 28 de febrero, asistimos en La Salle IGS a la presentación del proyecto de la asignatura de Business Prototyping. Era el último acto académico al que se enfrentaban los alumnos de la pasada edición del MBA de esta escuela. Fue una presentación excelente, por supuesto, pero lo que merece una mención especial, lo que ha hecho única a esta promoción de alumnos, ha sido la capacidad que han mostrado de liderarse a sí mismos, por encima de los roles que cada uno de ellos pudiera desempeñar de forma consciente o inconsciente.
Cada año los alumnos se enfrentan a adversidades individuales que afectan seriamente a la marcha del conjunto. Este es un programa en el que el trabajo de equipo es uno de los aprendizajes esenciales que se recogen y es relativamente frecuente observar cómo un equipo fracasa porque alguno de sus miembros no puede superar los retos a los que se enfrenta. No me refiero solo a los retos académicos. La experiencia me ha enseñado que los más difíciles de superar son los personales, que se presentan en formas muy diferentes. Después de una docena de ediciones del Master he podido ser testigo de situaciones de todo tipo. Unas resueltas y otras no; en la mayoría de los casos, las más complicadas dificultan – cuando no bloquean – la capacidad de trabajar como equipo.
En esta promoción pasada, el equipo formado por Álvaro, César, Giulianna, Julia, Mario y 树岳 (Su Yue) se han enfrentado a retos que quitan el aliento y el equipo se ha mantenido firme, integrando las dificultades de cada componente y dejando espacio para que cada uno pudiera contribuir al objetivo común con sus propias fortalezas. Hace muchos años que no había visto a un grupo de personas trabajar como una piña apretada con tanta fuerza. El resultado ha sido un trabajo de una calidad excepcional. Por supuesto, en lo académico pero, sobre todo, en lo humano. Tanto, que nos hace guardar muchas esperanzas acerca de esta generación que nos tendrá que liderar en un futuro muy cercano.
En otra ocasión hablaré de las claves. Hoy, la lección es que se puede ser enormemente generoso y conseguir que el equipo alcance la excelencia y, al mismo tiempo, hacerlo con buen ánimo y una sonrisa permanente en la cara. La lección es, por descontado, para nosotros, los profesores, que seguimos aprendiendo cada día con el ejemplo de personas como estas que prefieren que el liderazgo sea compartido entre ellas y que viajar solo es más rápido, pero viajando juntos se llega mucho más lejos.