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Liderazgo en tiempos de crisis

En mi clase de liderazgo estudiamos los 6 estilos derivados de la aplicación de la inteligencia emocional propuestos por Goleman y Boyatzis: visionario, democrático, integrador, coach, indicador y coercitivo.

Los buenos líderes son los que adaptan su estilo con agilidad a las circunstancias y los maestros son los que combinan estilos que parecen incompatibles cuando se enfrentan a situaciones que requieren el uso de registros de liderazgo muy diversos.

Los políticos actuales ejercen un liderazgo muy pobre en registros. Es normal, porque es un problema generalizado del ejercicio del liderazgo moderno. Además, nunca  se han enfrentado a una crisis como esta, por lo que no han tenido la oportunidad de explorar conductas distintas a las que habitualmente ejercen. Quien ha usado el consenso, la negociación o la manipulación en su carrera política al afrontar sus crisis internas, que son las únicas crisis reales a las que se han enfrentado, aplican esas mismas cualidades a la gestión de todas las otras crisis, incluida ésta.

Ese es un error de bulto, porque cuando cambian las normas de convivencia y nos encontramos en escenarios inéditos, es cuando las personas que miramos a nuestros líderes esperamos que no titubeen y que nos indiquen claramente lo que tenemos que hacer. Incluso, que nos digan qué va a pasar si no hacemos lo que nos dictan. Actuar como líder directivo y hasta coercitivo puede ser bueno si sirve para salir de una catástrofe como la que nos está viniendo encima. Eso no quita que, al mismo tiempo, desplieguen sus habituales estilos democráticos, integradores o visionarios. Como ciudadano, no me importa que los líderes me den indicaciones claras acerca de cómo debo actuar, incluso que me sancionen si no cumplo mis obligaciones de ciudadano y que, al mismo tiempo, integren visiones diferentes de cómo afrontar la crisis, dialoguen con los actores principales y busquen el consenso de todos.

En realidad, esta va a ser la hora de la verdad para demostrar la capacidad de liderazgo de los políticos. Si gestionan la crisis con eficacia, crearán un espacio de confianza que reforzará su papel por muchos años. Si no es así, la experiencia nos dice que cuando un grupo humano está a la espera de que alguien lo lidere y ese rol no se desempeña a su satisfacción, el hueco es ocupado de forma natural por quien sí está en condiciones de ejercer el papel que la sociedad reclama.