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¿El líder nace o se hace?

A mis alumnos de Liderazgo les pregunto si el líder nace o se hace. Suele haber división de opiniones: unos piensan que el liderazgo es una cualidad innata, otros que cualquiera se puede convertir en líder y los más opinan que las dos cosas son ciertas. En ese momento saco una bellota que llevo en el bolsillo y les pregunto:
― ¿Qué veis aquí?
― Una bellota ― suelen decir. Y yo insisto ― Bueno, ¿y qué más? ―
Entonces les explico que dentro de esa pequeña bellota está contenida toda la genética de una encina: sus raíces profundas, un tronco firme y fuerte y su magnífica copa de hojas verdes. Todo está ya allí, sólo hay que meterla en la tierra, regarla y que le dé la luz del sol para que se desarrolle como un árbol majestuoso.

Con el liderazgo pasa lo mismo: todos nacemos con lo que hace falta para liderar. Algunas personas tienen habilidades innatas ya muy desarrolladas y ejercen el papel de líderes con toda naturalidad. Otras, en cambio, hemos tenido que trabajar duramente para poder desarrollar las competencias que hacen falta para ejercer esa tarea. Pero esto es, en sí, muy buena noticia porque significa que cualquiera puede lograrlo.

El liderazgo es más bien un constructo que una cualidad. Es decir: es un concepto complejo que sabemos identificar cuando lo vemos, pero no podemos definirlo con gran precisión. En realidad, el liderazgo es lo que podríamos llamar una metacualidad. Es decir: un concepto que engloba muchas otras cualidades. No todas son necesarias para ejercer el liderazgo en cada momento. El contexto y el propósito determinarán que tipo de liderazgo se debe ejercer y, como consecuencia de ello, qué cualidades haría falta desarrollar para poder hacerlo de forma eficaz.

Por eso, para hacerse líder hace falta un trabajo intenso de autoconocimiento que lleve a identificar las competencias y comportamientos que hay que reforzar y, también, cuáles hay que debilitar o abandonar por completo. Para liderar a otros es imprescindible poder liderarse a sí mismo y esto es, sencillamente, tener clara la meta que se quiere alcanzar e identificar qué hace falta hacer para llegar a ese objetivo.