¿Qué es el liderazgo?
Hay casi tantas definiciones de liderazgo como autores que tratan este tema. Joseph Rost, un conocido investigador sobre el liderazgo, recopiló hasta 221 definiciones diferentes en 587 publicaciones especializadas en la materia. Bernard Bass, la más reconocida autoridad académica de liderazgo del siglo XX, en su archifamoso Manual del Liderazgo, concluye «La búsqueda de una única definición adecuada y cierta del término es infructuosa». No obstante, 84 científicos sociales de 56 países que se reunieron en Calgary, Canadá en 1994 concluyeron que el liderazgo es “La capacidad de influir, motivar y habilitar a los otros para que contribuyan a la efectividad y al éxito de una organización de la que son miembros”.
¿Por qué ha sido tan difícil encontrar una definición acertada del liderazgo? La cuestión es que el liderazgo no es un término teórico sino una experiencia. El liderazgo se vive, se experimenta, hay que aprenderlo desde la propia experiencia vital. Muchos se preguntan ¿Cómo hago que los demás me sigan? De la definición anterior se obtiene que el liderazgo es un proceso de influencia, y es, por tanto, un fenómeno relacional entre personas como consecuencia de los atributos sociales naturales del ser humano. Para conseguir que otras personas sigan al líder es necesario mantener conversaciones en las que el líder consigue encaminar la energía de los seguidores hacia una meta o una visión determinadas. Las conversaciones pueden ser reales (una persona hablando con otra) o virtuales (una persona habla a un grupo, a una masa, a un colectivo) y es imprescindible que se produzca una conexión emocional entre el mensaje que transmite el líder y la capacidad de los seguidores de recibir y aceptar ese mensaje.
Este mecanismo es esencial y sin él no hay liderazgo. Si el líder y sus seguidores no se conectan personalmente, no se dará la magia. Esta conexión establece un espacio entre el líder y los seguidores que hace que éstos se sientan atraídos hacia la visión que ha articulado para ellos. Por eso, la experiencia del liderazgo debe ser auténtica y consciente. Cualquier atisbo de manipulación destruye el espacio común y deja de arrastrar a los seguidores desde sus emociones para hacerlo desde sus intereses.